Desarrolla tus competencias directivas.

Facturaxion, miércoles 21 de Octubre, 2015

Las competencias, por ser comportamientos habituales, son resultado de las características innatas, conocimientos, actitudes y habilidades de la persona.

Las características innatas son aquellos aspectos genéticos que afectan al comportamiento y son difíciles de cambiar. Por tanto, al hablar de desarrollo de competencias, nos vamos a concentrar en el desarrollo de conocimientos, actitudes y habilidades. Las vías para conseguir cada uno de estos desarrollos son respectivamente;

  • *Información,
  • *Formación y,
  • *Entrenamiento

Los conocimientos se obtiene mediante la adquisición de nuevos datos: información cuantitativa y cualitativa sobre la realidad. Esto suele conseguirse a través de la asistencia a curso o de la lectura de libros especializados. Así, para desarrollar cualquier tipo de competencia, por ejemplo, liderazgo, negociación, trabajo en equipo o administración de tiempo, es conveniente empezar por adquirir conocimientos teóricos sobre el tema. Sin embargo, la transmisión de conocimientos no es un proceso autónomo. Para incorporar de manera efectiva la nueva información al repertorio de conocimientos ya existentes, se requiere de claridad de exposición por parte del emisor, un medio de transmisión adecuado, un cierto grado de apertura mental y esfuerzo intelectual por parte del receptor.

Las actitudes son aquellas motivaciones que una persona tiene frente a la acción. El desarrollo de actitudes adecuadas requiere un proceso de formación que capacite a la persona para anticipar las consecuencias de sus acciones y omisiones. De este modo, su capacidad de evaluar la realidad adquiere mayor profundidad. Como consecuencia de ello, la persona puede tener nuevos motivos para la acción. Por ejemplo, una persona que tiene los conocimientos teóricos de cómo trabajar en equipo, no necesariamente va a querer trabajar así. Para ello necesita primero ver la conveniencia del trabajo en equipo en algún caso concreto. Una formación adecuada puede ayudarle a descubrir las consecuencias positivas que el trabajo en equipo tiene tanto para ella como para los demás, Sólo si quiere trabajar en equipo va a poder desarrollar esa competencia.Lo mismo puede decirse de cualquier competencia.

Las habilidades son aquellas capacidades operativas que facilitan la acción.

El desarrollo de habilidad requiere un proceso de entrenamiento. Mediante la repetición de actos se van adquiriendo nuevos hábitos y modelos de actuar que resultan eficaces. Por ejemplo, para desarrollar la competencia de administración del tiempo, una persona debe obtener varias habilidades, Una de ellas es la utilización eficaz de la agenda, que se compone a su vez de varios hábitos: programar las distintas actividades, anotarlas de manera correcta, consultar la agenda con frecuencia, etc. El desarrollo de esta habilidad requiere un entrenamiento constante hasta adquirir esos hábitos.

Los conocimientos, actitudes y habilidades no se desarrollan de manera aislada. Interactúan dinámicamente en la formación de las competencias sobre la base de las características innatas de cada persona.

El proceso de decisión que lleva la acción empieza por dos tipos de conocimiento: abstracto y experimental. El primero incluye los datos teóricos y la información a la que nos hemos referido como conocimientos. El segundo procede de la experiencia (vivencias y experimentos). El conocimiento experimental produce una motivación “espontánea” hacia la interactividad de la acción. La actitud frente a una acción puede provenir de una motivación espontanea o racional. La motivación racional aparece cuando la persona, ejercitando su libertad utiliza su conocimiento para anticipar las posibles consecuencias de la acción. Este ejercicio es lo que se llama “racionalidad”.

La virtualidad es el hábito que permite decidir según la motivación racional, es decir según lo que conviene hacer o no hacer, de acuerdo con lo que es más atractivo y podemos aplicar este proceso a cualquiera de las competencias.

Un siguiente paso en el proceso de desarrollo de cualquier competencia es la formación adecuada, es decir, aquella que ayuda a las persona a pensar en las consecuencias de sus acciones y omisiones. Esta formación puede darse en cursos interactivos que utilicen el método del coaching de su superior jerárquico.

Un elemento necesario para el desarrollo de cualquier competencia es que el directivo quiere poner en práctica lo que se le ha ayudado a descubrir a través de la información y la formación externas. Este deseo, que procede de la libertad personal, tiene dos vertientes: la racionalidad para querer utilizar la información de la que se dispone, y la virtualidad para hacer lo que sea más conveniente aunque no se lo más atractivo en ese momento.

El último elemento necesario para desarrollar las competencias es tener las habilidades operativas que posibiliten su ejercicio. Para ello se requiere entrenamiento adecuado, que consiste en la repetición de acciones para la adquisición de los hábitos operativos correspondientes a esa competencia.


Con información de Jesús M. Sotomayor en su libro Cómo competir para ganar.
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